domingo, marzo 25, 2007

C A M P I O N S 3! ! ! (Si te gusta, abajo están los dos anteriores).

El deporte también es cultura
La millor afició del mon
No m´agraden els Mossos
¡Vaya pelotazo se ha llevado!
Los toros desde la barrera

C A M P I O N S 2!!!

Cham pan!
Gordo y calvo
Uforia
Qué bonito es el amor
Barcelona cívica

C A M P I O N S ! ! ! (BCN; mayo de 2006. No recuerdo si fue la noche de la liga o la de la champions pero sirve para ambas).

De camino
Nazi hooligan
Marylin
Cliente del mes
Felicidad, qué bonito nombre

Se acabó GB (un lugar oscuro del Baix Llobregat, 22-3-07)

Ha muerto sola, en una habitación abandonada. Arrinconada en una estantería, antaño importante, convertidas ambas en meros criadores de polvo. Yo había vuelto por unos días, y no me he acordado de ella hasta el tercero. De repente, la he cogido. Estaba intacta, como siempre la había recordado. La he encendido y parecía viva, el entrañable logo de Nintendo deslizándose hacia abajo por la pantalla amarillenta.
Llego a la pantalla de inicio y me dispongo a apretar la tecla Start. No responde. Le doy tres veces seguidas más, presionando cada vez más fuerte. Me levanto. Cojo un boli y lo clavo en la maldita tecla pero sigues sin responder. La apago y la enciendo dos o tres veces más. Pero ya no responde. Mi Game Boy ha muerto a los 15 años de edad, una edad más que estimable para una consola. A pesar de tener un papel decisivo en mis actuales déficits de atención, es una máquina a la que le tenía un cariño especial. No solo me proporcionó deliciosas horas de falsa felicidad sino que además fue la primera ganga que conseguí en mi vida. Esta es su historia:
La Game Boy llegó a mi colegio como un virus. En manos de unos pocos portadores, no tardó en conseguir masas de adeptos diablillos fascinados por el extraño influjo que producían esos destellos de luz en su mente. De repente, el número de canicas y/o cromos que llevaras en tu bolsillo ya no determinaba la escala social. Si querías atención, tenías que tener la maquinita. Mis padres nunca me la hubieron comprado y yo no tenía suficiente dinero para comprarla. Con el tiempo, llegaron otras pequeñas consolas de colores y yo seguía condenado a pasarme las horas del patio esperando a que alguien me dejara echar una partida. Y entonces, alguien se metió en un lío.
Se llamaba David Martínez. Era un de los “listos” de la clase, deficiente en matemáticas pero excelente a la hora de meterte una torta. Nos sacaba un palmo a todos, pero tenía una extraña enfermedad en la pierna que le impedía andar bien. Su madre llegó a donar una parte del hueso de su pierna para ponérselo en el suyo y que se le regenerara. Al menos, eso me contaron a mí.
La cuestión es que intentó violar a una chica. Asi me lo contaron. En aquella época, las hormonas habían empezado a desembarcar en nuestros frágiles y cándidos cuerpos. El descubrimiento de la sexualidad en mi clase se produjo a lo bruto. En las horas del patio, los más listos se unían a la caza del nuevo especímen que había venido a perturbar nuestras conciencias: las niñas con tetas. Yo no destaqué demasiado en esta especialidad a pesar de mi empeño pero la pericia de David puso la anhelada Game Boy en mis morros. El nivel del manoseo iba in crescendo. Algunas de las niñas con tetas apreciaron el rol que les otorgaba dejarse meter mano. Levantaban los brazos y no paraban de gritar: “¡dejadme!” mientras un número indeterminado de buitres preadolescentes se abalanzaba sobre sus senos.
Los progresos se realizaban por la tarde, fuera del colegio. Y se contaban a la mañana siguiente, en el colegio. Una mañana me contaron que David le había roto el pantalón de chándal. Rajado, decían unos. Sin querer, decían otros. Lo cierto es que una niña con tetas de trece años apareció una tarde en su casa con un pantalón de chándal barato que no ocultaba el color de sus bragas. Y al día siguiente se presentó su padre a la puerta del colegio. Preguntando por David. Yo ya no recuerdo si lo vi o si lo visualizo de tantas veces que me lo han contado.
Estábamos en la valle del cole que daba a la calle. Los pardillos mirábamos como los listos jugaban a la Game boy cuando se acercó el padre de la n.c.t. Preguntaba por David, que se levantó todo chulesco, confiado, distraído, lo que le impidió esquivar el brazo que se abalanzó a su cuello estampando su cara contra la valle del colegio, a escasos milímetros de la (furiosa) cara del padre. Fue en este tenso clima de intimidad (por la proximidad) y de escarnio público, donde David fue sometido a un interrogatorio en el que, en solo dos minutos, reconoció su autoría, pidió perdón de las maneras más lamentosas y degradantes y se comprometió a la reparación material de los daños causados, que el padre cifró en 7000 pesetas. Creo recordar que lloró, pero quizás se lo inventa mi memoria.
El chándal que llevaba la n.c.t. no valdría más de 2000 pesetas, así que supongo que las otras 5000 serían el precio de su honor mancillado. Da igual, lo importante es que gracias a eso yo conseguí una Game Boy por 7000 pesetas.

Pero con el tiempo, todo fue acabando. Se acabó David Martínez, se acabaron los listos, se acabó meterle mano a las niñas con tetas y, hoy, se acabó la Game Boy.

Poco antes de partir (o de que me partan en dos). (Campos, veintitantos de agosto de 2005).

Pues si señores, colorín, colorando, el puto verano se va acabando. Y uno que se alegra, porque esto de tener un curro que consiste basicamente en estar 6 horas bajo el sol sin hacer nada solo puede llevar al cáncer, ya sea en su variante "de piel" (a mi lado Michael Jackson parece mucho mas blanco aunque algo menos peredasta) o en la variante "de pulmon" (fumo mas que Lucky Luke).
Aun y así, me veo obligado a agradecer al Club Náutico Sa Ràpita el haberme permitido tener un verano tan plácido. En especial a mi jefa, Micaela, un pedazo de mujer que el otro dia me obligó a tomarme unos cuantos cubatas con ella en nuestro horario laboral (acepté a regañadientes) y me confesó que estaba muy contenta con el trabajo que habia hecho. Os podeis imaginar que es la primera vez que me dicen esto en mi ya dilatada vida laboral, que empezó aquel entrañable verano de 1988 cuando mi padre me echó de las viñas al grito de: "¡Pa comerte todas las cerezas vete pa casa, que me vas a arruinar!"

También quisiera dedicarle un pequeño e insignificante (como el) homenaje a Jose, el barrendero del club, quien, en mi primera semana, se quejó a Micaela porque yo no barria el Parking. O sea, el muy desgraciojolagranputa se quejó de que YO no hacia SU trabajo. Como hubiera dicho Bogart (o fue Kevin Costner?): ese fue el principio de una gran enemistad. La verdad es que aun y asi le he cogido un cierto cariño, sobretodo cuando le veo coger el toro para transportar su carretilla (que ya tiene ruedas, pero...).
Quiero pensar que esto no lo hace porque sea un vagodemierdacabrónresentidodelavida sino por prescipción médica. Y es que, Jose, debido a un pequeño problema con el alcohol, ocasionalmente escupe sangre. Y asi, claro, no se puede forzar. En fin, Jose, espero que algun dia tengas que barrer tus putas entrañas. Te veré en el infierno. Yo puede que este chillando. Pero tu seguirás barriendo.

Tambien quiero mentar a Ventura, el Clint Eastwood mallorquin (la frase más larga que le he oido decir:" Voy a tomar una cerveza"), Antonio, que siempre se rie y a Moreno, un fenómeno.

Pero, sin duda, el mas fenómeno de todos es Angel, mi compi en el Parking. Trentaytantos y nativo de Carabanchel, en motivo de un concierto de Fangoria aqui, en Campos, solo dijo: "Alaska tiene el mejor perico de Madrid". La verdad es que los 4 dientes (por lo menos) que le faltan me hicieron sospechar de un pasado (y/o presente) de cocainómano potente, cosa que se confirmó cuando me contó que le retiraron el carné de conducir cuando se estampó contra 6 coches en las Barranquillas (el Carrefour de la droga en Madrit, pal que no lo sepa. Juanma, tu seguro que ya lo sabias).

En fin, no kisiera aburriros más con mis compañeros de curro. Ahora os aburriré con las visitas que tuve.

Primero llegaron Edu y Lina, parejita torrellense que confirma que el amor verdadero existe, pues batieron el Record Guiness de carantoñas por minuto (de una anterior marca suya). Aun y así, entre tanto romanticismo, me quedo con la imagen de Lina vomitando en una esquina de Manacor, víctima de una malsana combinación de resaca y curvas mientras yo, a su lado, me comía un Donut relleno de chocolate acompañado de una chocolatina con avellanas y un litro de orchata, lo cual no deja de ser también una combinación malsana. Pero, uno, ya se sabe, siempre acaba haciendo de tripas corazón. Y ya sabéis que yo soy todo corazón...

Luego vino mi hermanita, que cumplió todas las expectativas con su primera frase: "Jaume, ahi donde vives hay playas? Es que llevo dos dias en Palma y no he encontrado ninguna" Y yo: "Si, Sandra, es lo que tienen las islas, PLAYAS. Por cierto, te importa canviarte el apellido?"
Al parecer, la frase de mi hermanita vino motivada por el hecho que en sus dos dias en la isla, había visitado el norte de la isla, que se caracteriza por la abundante existencia de calitas en detrimento de las playas de arena que buscaba mi querida sorella. Pero para cuando desciframos el entuerto, Joan y yo ya llevábamos tres horas descojonándonos de ella. Y a mi hermana nunca le ha hecho gracia que me ria de ella.


Luego llegaron los vascos, Jon y Beto, cuya estancia fue un continuo "crescendo". Empezamos bien, haciamos excursiones, comiamos sano y nos ibamos a dormir temprano. Luego, llego el finde de mi cumple. El viernes nos comimos algunos gramitos de farlopa. El sábado habia comida en casa con todos los amigos de Joan. Asi que habia que levantarse temprano para preparar ensaladas. Yo decidi reencarnarme en Arguiñano y tal como salí de la cama me metí una ralla que habia sobrado. La comida fue un éxito. Sobró un montón de comida y se acabó el alcohol. Por la noche, nos comimos un gramo de MDMA y nos fuimos a una rave en la playa con 11000 personas (el dato no me lo invento; fue portada de "El mundo". El domingo, jugando a ser Dios, descansamos. Y el lunes, nos comimos unas setas y descubrimos el noble arte de hacer rodar fardos de paja por el campo.Por momentos, dude si celebraba los 26 o los 19.

Despues vinieron Pau y Eric, 2 torrellenses de pro, a los que lleve a cenar a "Es botxo" uno de tantos restaurantes vascos donde no hay ningun empleado vasco pero que tiene la peculiaridad de tener surtidores de cerveza en las mismas mesas, para que te sirvas tu. Luego, una pantalla grande en la pared indica la cantidad que toma cada mesa, para que nadie se desfase, que luego la cobran.
El problema es que nosotros interpretamos la pantalla como una competición de la que, por supuesto, ibamos a ser los campeones, despues de un épico esprint final con la mesa de al lado que se picó porque vio una deshonra que 5 tios bebieran menos que 3. Aun y asi, no pudieron con nosotros (7,5 litros!). Luego, el alcohol sí pudo con nosotros.

Finalmente, la ultima semana fue amenizada por Flo y Txell (otra parejita torrellense) y Carlos, el hombre trankilo de les Terres de Ponent. Sin duda, fue la visita más economica ya que Txell tiene por costumbre, en su tiempo libre, desvalijar cualquier super que se le ponga por delante. Asi, despues de un verano comiendo spaghettis con tomate, pasamos a zampar Entrecotte, jamón jabugo, lomo ibérico, un queso entero y bebimos ron en cantidad, todo gentileza de "El bolso de Txell" el auténtico plan de ahorro para sus vacaciones. Flo, no la dejes escapar (de nuevo).

Asi, pues, a todos gracias. Y gracias tambien a los que estoicamente aguantais mis divagaciones. Si leisteis mi ultimo mail entero (se que, almenos, Stefania no lo hizo) sabreis que este viernes me voy a Palestina. Prometo informar de mis aventuras en Tierra Santa. De todas maneras, por si ya no nos viéramos (que nunca se sabe) que sepais que ha sido un placer compartir un trozo de mi vida con vosotros.

Si mis planes salen bien (y casi nunca salen bien) volveré el Sábado 1 de Octubre. Asi, que a los que estén en BCN espero que nos podamos pegar una buena fiesta. Beberemos, cantaremos y puede que os deje empujar mi silla de ruedas.

Vale, basta ya de humor negro. Pero es que ya lo dijo Arafat: "Nunca digas nunca Hamás"